Aplicaciones en las aulas



En un aula de infantil es complicado mantener a todo el alumnado feliz y con ganas de acudir a clases, por lo que en los tiempos que corren se están empezando a trabajar con más énfasis lo que llamamos inteligencia emocional. Este tipo de inteligencia, como hemos explicado, tiene verdadera importancia a la hora de saber expresar las emociones; sin embargo, no es sencillo de aprender.

Lo primero en lo que debemos ceñirnos es en saber explicar cuáles son las emociones básicas, como, por ejemplo: la alegría, la tristeza, el miedo o la sorpresa. Debemos enseñar a los niños cómo identificar esas emociones y cuando lo hayan hecho, saber qué hacer y cómo actuar.

Para poder aprender a conocer nuestras emociones, la mejor herramienta son los talleres de inteligencia emocional. En dichos talleres trabajaremos las emociones y los sentimientos como por ejemplo el miedo. Podemos hablar de todo aquello físico que nos causa miedo y después contar qué sentimos en nuestro cuerpo cuando vemos el detonante de esa sensación, al haberlo contado, entre todos, intentaremos dar soluciones para poder superarlo.

Conocer estos sentimientos básicos dará paso a poder llegar a interpretar emociones más complejas como es la empatía.

El desarrollo de la empatía nos hará darnos cuenta de los sentimientos de la otra persona; saber identificarlos y comprender que quizás eso que siente es debido a una acción que nosotros hemos hecho. Los niños, aunque reconocen las expresiones faciales y saben que una cara alegre debe ir acompañada de una voz alegre; no comprenden por qué alguien que está feliz puede de repente ponerse triste.

Pongamos un claro ejemplo:

David está jugando con su muñeco preferido, es un príncipe con una capa roja que le encanta, lo deja un momento en el suelo para poder rascarse los ojos y cuando se da cuenta, su muñeco ha desaparecido; ahora Manuel está jugando con él. David se pone a llorar y Manuel le mira sin saber por qué.

Sacamos en conclusión que Manuel no comprende que el causante del llanto de su amigo es él mismo al haberle cogido el juguete sin su permiso.

Con la ayuda de la inteligencia emocional, Manuel comprendería que no puede quitarle algo a un compañero mientras lo esté utilizando, sino que es mejor pedir permiso o jugar los dos juntos.

Muchas veces echamos las culpas a los niños y decimos que son malos, cuando lo único que necesitan es aprender a canalizar y expresar sus emociones con nuestra ayuda.

La importancia del aprendizaje de la inteligencia emocional reside en lo feliz que un niño acude a clase; cuando ellos conocen sus emociones y aprenden a canalizarlas, aumenta su bienestar porque saben lo que está sucediendo en todo momento y, aunque cueste trabajo, pueden llegar a interpretarlo con claridad.

Finalizaremos con una importante frase:

"En España necesitamos una inteligencia distinta para construir el futuro. Tenemos que saber más matemáticas, más historia y más lengua. Pero, además, necesitamos entendernos mejor, saber ponernos en el lugar del otro, generar confianza mutua, superar los problemas sin agresividad ni violencia y desarrollar nuevas perspectivas sobre la realidad que nos rodea", explica Javier Botín, presidente de la Fundación Botín; la cual emplea técnicas de inteligencia emocional y social en más de 250 centros entre España, Chile y Uruguay.

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